El Actuar Perverso

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por Marie-France Hirigoyen

Cuando a un perverso se le pregunta algo directamente, elude la comunicación. Como no habla, impone una imagen de grandeza o de sabiduría.El agesor niega la existencia del reproche y la existencia del conflicto. Con ello paraliza a la víctima , pues sería absurdo que ésta se defendiera de algo que no existe.A la víctima se le niega el derecho a ser oída. Al perverso no le interesan su versión de los hechos, y se niega a escucharla.El que rechaza el diálogo viene a decir , sin decirlo directamente con palabras, que el otro no le interesa, o incluso que no existe.

Cuando los perversos hablan con su víctima , suelen adoptar una voz fría, insulsa y monocorde. Una voz sin tonalidad afectiva, que hiela e inquieta.El perverso no suele alzar la voz, ni siquiera en los intercambios más violentos; deja que el otro se irrite solo.El mensaje de un perverso es voluntariamente vago e impreciso y genera confusión. Luego, elude cualquier reproche diciendo simplemente «Yo nunca he dicho esto». Al utilizar alusiones, transmite mensajes sin comprometerse. También se abstiene de terminar sus frases.

Envía a si mismo, mensajes oscuros que luego se niega a esclarecer. Estas palabras son agresivas pero se dicen en un tono «normal», tranquilo, casi sosegado.

Otro procedimiento perverso consiste en nombrar las intenciones del otro, o en adivinar sus pensamientos ocultos, con lo que el agresor da a entender que conoce mejor que la víctima lo que ésta piensa.

En lugar de mentir directamente, el perverso prefiere utilizar un conjunto de insinuaciones y de silencios a fin de crear un malentendido que luego podrá explotar en beneficio propio.Las cosas se dicen sin decirlas , esperando que el otro comprenda el mensaje sin tener que nombrarlo.Dígase lo que se diga, los perversos siempre encuentran la manera de tener razón, y esto les resulta más fácil cuando ya han logrado desestabilizar a su víctima.

El desprecio y la burla dominan la relación del perverso con el mundo exterior. El desprecio afecta al compañero odiado, a lo que éste piensa y hace, pero afecta también a su círculo de relaciones.

Tanto las maldades, o las verdades que duelen , como las calumnias o las mentiras, nacen casi siempre de la envidia.

La agresión se lleva a cabo sin hacer ruido , mediante alusiones e insinuaciones , sin que podamos decir en qué momento ha comenzado ni tampoco si se trata realmente de una agresión. El agresor no se compromete. A menudo , le da incluso la vuelta a la situación señalando los deseos agresivos de su víctima «Si piensas que te agredo, es que tu misma eres agresiva»

A diferencia de lo que ocurre en los conflictos normales , con un perverso narcisista no se produce un verdadero combate, por lo que tampoco resulta posible la reconcialiación. No levanta nunca la voz y manifiesta únicamente una hostilidad fría. Si alguien se la señala, la niega. Una vez que su compañero se exaspera o grita, resulta fácil burlarse de su ira y ridiculizarle.

El «quitar el seso» denigra y descalifica a un individuo, pero también se extiende a todo su círculo de allegados.

Para un perverso, el placer supremo consiste en conseguir la destrucción de un individuo por parte de otro y en presenciar ese combate del que ambos saldrán debilitados y que, por tanto, reforzará su omnipotencia personal.

Sembrar la duda mediante alusiones, o al guardar silencio sobre ciertos asuntos, es una hábil manera de atormentar al compañero, de reforzar su dependencia y de cultivar sus celos.

La toma de poder se lleva a cabo mediante la palabra. Se trata de dar la impresión de conocer mejor las cosas, de detentar una verdad.

Los perversos dan mucha seguridad a las personas más frágiles. Se establece un funcionamiento totalitario que se basa en el miedo y que procura obtener una obediencia pasiva . La víctima debe actuar tal como lo espera el perverso y debe pensar según las normas de éste último. El espíritu crítico deja de ser posible. Extraído de «El Acoso Moral» de Marie-France Hirigoyen http://librosyrecuerdos.blogspot.com/2009/07/acoso-moral-de-marie-france-hirigoyen.html

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